Sí, el gobierno viene por tu estufa de gas

Regulación

Christian Britschgi | De la edición de agosto/septiembre de 2023

En mayo, la Legislatura del estado de Nueva York, controlada por los demócratas, y la gobernadora Kathy Hochul firmaron un acuerdo presupuestario estatal de 229 mil millones de dólares que incluía la prohibición de las estufas de gas residenciales. Para 2029, solo se permitirán cocinas eléctricas en las nuevas residencias.

La política es similar a las prohibiciones impuestas por los gobiernos locales en lugares como la ciudad de Nueva York y California. Los defensores dicen que esas leyes ayudan a frenar el cambio climático al reducir el consumo de gas natural y proteger la salud de las personas al reducir las emisiones en los hogares.

Los opositores que citaron estudios que no encontraron ningún vínculo causal entre las estufas de gas y el asma ganaron pocos adeptos en Albany, ni convencieron a los legisladores con su argumento de que quemar gas en plantas de energía para alimentar estufas eléctricas es menos eficiente y, por lo tanto, probablemente peor para el clima.

Los defensores de la elección del consumidor están librando una guerra en dos frentes. Una semana después de que Nueva York aprobara la prohibición de las estufas de gas, la administración Biden propuso nuevas reglas de eficiencia energética para los lavavajillas que requerirían que las máquinas nuevas usaran menos agua y electricidad. Estas normas ya afectan a los cabezales de ducha, los hornos microondas, los hornos convencionales, los frigoríficos y las lavadoras.

La administración sostiene que las nuevas reglas eventualmente ahorrarán a los consumidores miles de millones de dólares en facturas de servicios públicos. Los fabricantes dicen que los ahorros serán devorados por los precios más altos de las máquinas que se verán obligados a fabricar.

Históricamente, los precios más altos impulsados ​​por mandatos federales han ido acompañados de peores productos. A medida que los estándares de eficiencia para los lavavajillas se hicieron más estrictos durante la presidencia de Barack Obama, los fabricantes los cumplieron fabricando máquinas que hacían circular menos agua durante un ciclo de lavado más largo. Mucha gente respondió lavando los platos a mano, una práctica que utiliza más agua.

Uno debería esperar consecuencias no deseadas cuando los mandatos estatales chocan con la elección individual. E incluso si el gobierno pudiera predecir perfectamente los resultados de sus acciones, eso no justificaría su interferencia.

Las personas conocen mejor sus propias necesidades. Al comprar un horno, un lavavajillas o una lavadora nuevos, hacen concesiones.

¿Vas a utilizar mucho tu lavavajillas? De lo contrario, el costo inicial más barato de un modelo que consume más energía tiene sentido. Algunas personas prefieren la tranquilidad que proporciona una estufa eléctrica. Las personas que se preocupan por el precio y la eficiencia pueden preferir el gas.

Los planificadores centrales tienden a restar importancia a los efectos de sus prohibiciones y regulaciones, suponiendo que las reconozcan. El Departamento de Energía de EE. UU. tiene una sección completa de preguntas frecuentes que corrige la "información errónea" sobre las normas sobre electrodomésticos. Pero los consumidores sienten una ira justificada por estas políticas.